sábado, 7 de julio de 2012

2 - ¿Qué fue de mi?

Todo lo que cambió en mi vida fue una ventana pero para que entendais esto tal vez debería empezar la casa por los cimientos y no por las ventanas.

Cuando mi hermano se fue pasé varios dias enfadada, sin entender como podía haber dejado a su familia por cuidar plantas y animalillos. Aquel enfado hizo que pasase demasiadas horas encerrada en mi habitación con mi pequeña ventana como unica conexión con el mundo. Una ventana demasiado pequeña para una ciudad tan grande, ruidosa y concurrida, con cristales tan anchos como para que el ruido de los coches en hora punta no se colase en nuestras vidas. Una ventana tan pequeña que los rayos del sol eran incapaces de colarse y aportar algo de luz y de felicidad a una chica que como cuando era niña se escondía bajo las sabanas con el deseo de volver a ser esa niña asustadiza.

La verdad es que no fui la unica que lo pasó mal, mi padre tardó en aceptar que mi hermano pasaría una larga temporada lejos de casa, tardo casi dos meses en asumirlo definitivamente y fue entonces cuando el abandono de mi hermano se tornó a mi favor. Papá Juan empezó a sentirse culpable por no haberme prestado atención los dos meses anteriores y sin previo aviso me convertí en su ojito derecho. Y esto junto al hecho de volver a la rutina del instituto consiguió que apenas me acordase de mi hermano y sus animalitos. Empecé a tener más libertad, a salir más y hasta más tarde, a gastar más y no recibir reprimendas por ello, a no tener que discutir con nadie y llevar siempre la razón, a tener más amigos, más líos, más gente a mi alrededor... Una vida que toda adolescente desearía tener y yo sabía aprovecharla y explotarla al máximo.

Pero, ya dicen que lo bueno no dura siempre.

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